jueves, 7 de enero de 2016

Ciencias naturales



Título original            Ciencias naturales

Año                           2014

País                           Argentina

Director                    Matías Lucchesi

Guión                       Matías Lucchesi, Gonzalo Salaya

Música                      Nacho conde

Fotografía                Sebastián Ferrero

Reparto                   Paula Hertzog, Paola Barrientos, Sergio Boris, Eugenia Alonso

                               Alvin Astorga, Vanesa Weinberg.






Una adolescente, internada en un colegio de las montañas en Argentina, siente deseos de conocer a su padre desconocido hasta ahora. Pese a las adversidades del tiempo y la distancia,  ella está dispuesta a escapar para cumplir su deseo. Su obsesión está puesta en alcanzar su meta a cualquier precio. Ella no cesa en el empeño pese a que la profesora de ciencias se opone a que emprenda la marcha en solitario porque la distancia es enorme y su edad escasa.
Este deseo de averiguar su propia identidad le impide atender a las clases y no hacer el menor caso a las recomendaciones de los adultos, porque su cabeza tan solo piensa en ese proyecto. Llega a ser una pesadilla y no cesará en su empreño hasta conseguir ablandar los sentimientos de la profesora para que la acompañe en su viaje. La tarea resulta harto difícil porque solo disponen de una insignificante pista: una placa de la empresa de antenas que pasó por la zona. Los instaladores empleaban el tiempo al completo, pero de esto ya hace más de doce años, que es la edad que tiene ahora la niña, y nunca más se supo de ellos. Demasiado tiempo desde que aquel individuo dejara una semilla abandonada en aquel lugar, la cual, ahora, quiere pedir ciertas responsabilidades. Una vez llegadas al lugar donde indica la placa, el desánimo cunde entre las dos, pues los años han pasado como un torbellino y donde había una empresa de antenas ahora hay otra diferente. Las pistas para encontrar el individuo son mínimas, de no ser por un anciano que recuerda los nombres de aquella gente. El problema se agrava porque para llegar a esa persona con nombre y apellidos se ha de recorrer el doble de carretera de la que ya se hizo  y la profesora no está dispuesta a jugarse el puesto de trabajo por un capricho, pero la niña se opone porque siente que se encuentra con la pista verdadera y considera que ella no va a abandonar cuando tiene su deseo al alcance de la mano. En el recorrido, las viajeras se intercambian preguntas, en muchas de ellas no hay respuesta, pero en otras, la profesora no se interesa en profundizar sobre aspectos del pasado. El espectador se encuentra ante este tipo de elipsis en el que deberá pensar su propia historia, para averiguarlo se fijará en los gestos o comportamientos de la protagonista. Si la maestra suelta unas lágrimas puede entender que su situación en el pasado estuvo al borde de formar una familia de no ser porque la mala suerte la dejara en mal lugar. Hay un atisbo de insatisfacción en su vida. Sin embargo, el director se ocupa del tema central, la historia de ese padre que tuvo un desliz y pasó sin pena ni gloria, quizá no le interesaba  que nadie lo supiera, ya fuera porque afectaba a otras familias o bien se pensaba que la pasión de una noche no llegaría tan lejos. Tampoco se sabe ahora si la niña se va a encontrar a una familia formada y su presencia puede afectar gravemente en el seno de esa familia. Lo que fue entonces un impulso amoroso, un polvo de última hora, puede ser ahora un grave problema. Esa ilusión tan importante de la muchacha puede ser considerada al otro lado como una putada de aparición. Igual la persona que busca tiene su familia y le resulta engorroso recibir lo que fue en su día un polvo pasajero. Incluso si su madre no le quería comentar nada sobre el tema debía ser porque no había interés alguno. Por lo tanto, la situación se podía complicar más dependiendo del padre que se encuentre. Tal vez hubiera sido mejor quedarse con esa figura de los sueños que con la auténtica, porque la real puede ser un  fiasco. Las reacciones pueden ser imprevisibles porque si en doce años no ha querido saber nada por qué lo iba a hacer ahora en su presencia. Se podía abrir otra posibilidad: igual él no sabía nada de su nacimiento. Las incógnitas se abrían y no se podían cerrar hasta conocer el progenitor. Todo era una incógnita. Lo que no podía hacer de ninguna manera era abandonar después de haber llegado hasta aquí. Lo más seguro es que todo acabara en un fustre, pero ya no había posibilidades de marcha atrás. La niña buscaba el cuerpo y una cara de su propio padre a sus sueños, aunque para ello deba aguantar un padre que no la quiera reconocer.




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