jueves, 31 de marzo de 2016

Corazón gigante






Título original Fúsi ( Virgin Mounrain)

Año                 2015

Duración        94 minutos

País               Islandia

Director         Dagur Kári

Guión            Dagur Kári

Fotografía     Rasmus Videbaek

Reparto        Gunnar Jónsson, Sigurjón Kjartansson, Arnar,

                     Jónsson, Ilmur Kristjánsdóttir, Margrét Helga

                     Jóhannsdóttir, Franziska Una Dagsdóttir,

                     Siguröur Karlsson. 



“Corazón gigante” la película de Dagur Kári cuenta la historia de un friki inmaduro que se ha quedado a medio camino entre el niño y el adulto con la edad de cuarenta años. Fusi es el nombre del buenazo gordinflón que no tiene suficiente cuerpo para almacenar toda la bondad y la generosidad que contiene su cerebro. Su personaje es de lo más entrañable, el cual con su humanidad conecta directamente con las raíces de los sentimientos. La película viene a ser como un gran hermano sin fronteras para contar al detalle la vida del tipo en cuestión. El director se centra en su espacio vital ( tanto de trabajo como los momentos lúdicos en los que se  mueve su existencia ) de un personaje anodino y rutinario. El cual está a medio camino entre la niñez y la adolescencia. Su única pasión pasa por las batallitas de guerra en una gran mesa de operaciones, allí desarrolla sus tácticas y su actividad se desarrolla en pintar de nuevo los juguetes. La primera visión que nos da el personaje es la de un gordo idiota que no ha podido dejar la infancia por la influencia de una madre absorbente. Por eso, de buenas a primeras nos da la sensación de estar ante una cinta con muy poca chicha para llevarse a los ojos y completar la proyección entera. Sin embargo, en poco tiempo ya nos habrá conquistado para siempre con su humanidad permanente ante sus actos de generosidad.











El reloj biológico de Fusi se ha quedado en las antípodas de la edad adulta, pese a que su cuerpo se ha ido agrandando irremediablemente con la edad. La primera impresión que da ante los ojos de la personas que se topan con él es la de un tarado profundo, que juega en la calle con los coches con mando remoto. Su careto mira embodado como dan vueltas sin cesar. Él se encuentra tan loco con sus coches como los aficionados que coleccionan sellos, otros que tunean el coche o coleccionan música. Su aspecto físico descuidado no puede ser otra cosa que carne de cañón para la sociedad: sus compañeros intentan envilecerlo constantemente hasta los extremos de dejarlo en evidencia delante de una puta, sin embargo él no es capaz de culparlos o denunciar del acoso indiscriminado que sufre. Todo lo contrario, si le piden ayuda para reparar algo, porque el tío es un manitas, pues no se negará. El gordinflón se dedica a realizar su trabajo en un aeropuerto de traslado de equipajes y, por otro lado, emplea el tiempo en lo que más le gusta: la guerra entre su ejército de juguete. No le importa echarle una mano a aquellos que lo necesitan, pero siempre se vuelve en contra. Si se acerca a una niña vecina para hacerle compañía se le acusará de pederasta. En casa le buscan actividades para que se las pire de casa que ya toca. Su generosidad está siempre del lado de los débiles y es capaz de hacer cualquier cosa con tal de ayudarlos, pero él siempre recibe palos a cambio. Las circunstancias hacen que conozca a una chica desequilibrada que se volcará completamente en ella, en una relación que se antoja de lo más patética, porque ella es una depresiva del carajo. Él se llena de ilusiones y realiza todo lo que está en su mano para conseguir estar a la altura. Fusi es un buenazo de los que no estamos acostumbrados de ver por ahí sueltos. Es en ese momento en que ha cambiado de mundo de vida que ya no escucha heavy metal sino a Dolly Parton y su “Islas en el arrollo” porque a ella le gusta y él se mimetiza, porque solo quieres estar con ella. En definitiva, la sociedad seguirá con su criterio sobre él: un adulto retrasado por culpa de su madre, un pedófilo según su vecino que teme cada vez que se acerca a jugar con su hija, sus compañeros le consideran un gordo seboso que no se explican como va a follar con las carnes colgantes, para colmo se quiere enamorar de una desequilibrada con depresión constante. Con todo y eso aguanta hasta el final con una entereza poco propia de los humanos. Lo más normal en este tipo de sociedad es que hubiera mandado a tomar por saco a su madre, al vecino y la niña que le den, los compañeros soltarlos del avión sin paracaídas, y su gran amor dejarla con sus neuras, para pirarse a una isla solitaria, pero eso era un final de otra peli diferente.  

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